Un martes como hoy, hace tres años, fue inaugurado el Puente Atirantado de Pachuca, un proyecto insignia de la administración de Omar Fayad que terminó siendo una de las obras más cuestionadas en la capital hidalguense.
Este puente innovador cambió la fisonomía de la glorieta Miguel Hidalgo, conocida también como ’24 horas’ , y se proyectaba como una solución para los congestionamientos viales que suscitaban en esa convergencia de las dos principales bulevares de la zona metropolitana de Pachuca: el Felipe Ángeles y Colosio.
La realidad es que este puente atirantado no va más allá de lo estético y su corta historia ha sido marcada por problemas de sobrecostos, retrasos e inutilidad.
Sobrecosto y retrasos de ejecución
La obra inició con una inversión de 402 millones de pesos, pero los costos se fueron elevando hasta terminar en 502 millones de pesos, un sobrecosto de 100 millones que despertó las justificadas críticas de la población.
Las complicaciones para la ejecución del proyecto también tuvieron un significativo retraso de un añó. Se esperaba que el puente fuera inaugurado en marzo de 2022, pero fue hasta el mismo mes de 2023 en que el entonces gobernador Omar Fayad pudo dar apertura a su megaobra de infraestructura.
La solución que no solucionó el problema
Lo que se erigía como un remedio para los problemas de vialidad en la zona, no ha solucionado nada. Hasta la fecha, y a pesar de las adecuaciones, la glorieta sigue siendo un caos con largas filas en horas pico, mientras que el flujo vehicular por el puente no es el adecuado.
La administración actual ha prometido evaluar la funcionalidad del puente para reestructurar la utilidad de la obra y mejorar el tránsito de vehículos y peatones; ¿se podrá mejorar en algo? Por lo pronto, tenemos un elefante iluminado que le costó más de 500 millones de pesos a la gente y que no ha solucionado absolutamente nada.